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Escapar de la maldición de las estrellas infantiles resulta ardua tarea para no transformarse en juguetes rotos. De 1987 a 1995, brillaron catódicamente Ashley y Mary-Kate Olsen, unas gemelas pizpiretas que con solo nueve meses empezaron a engrasar la máquina de generar dinero por ser las protagónicas de la comedia familiar Padres Forzosos.
Tal fue la química establecida entre ellas y la audiencia que con 6 años se convirtieron en las productoras más jóvenes de la historia del espectáculo y a los 10 años ya eran las millonarias americanas más jóvenes hechas a sí mismas. A diferencia de otros progenitores que dilapidaron la fortuna de sus hijos como Macaulay Culkin, a partir del cual empezó a aplicarse de manera más estricta la ley Coogan, denominada así por Jackie Coogan, descubierto por Charles Chaplin con quien protagonizó el clásico El niño.
Esta ley establece que el 15% de las ganancias de los menores de edad ha de ingresarse en una cuenta fiduciaria a nombre de los intérpretes. En el caso de las gemelas, sus padres, David y Jarnette, se encargaron de invertir sabiamente las ganancias ya que en 1991 las pequeñas facturaban 125.000 dólares cada una por episodio. Fundaron la productora Dualstar con la que las estrellas dieron el salto al cine con Abracadabra (1993), luego siguieron Dos por el precio de una (1995) y Campeonas por igual (1999).
Entre finales de la década de 1990 y principios de la del 2000 se convirtieron en ídolos del mercado preadolescente ya que sus rostros aparecían en prendas de ropa, perfumes o libros. El fenómeno fan les sirvió para darse cuenta de dos cosas: no querían ser actrices y deseaban fervientemente enfocarse en la moda.
Llegada su mayoría de edad en 2004 rodaron su última película, Un instante en Nueva York, Mattel creó muñecas con su rostro y colaboraron en la confección de una línea de moda y fragancias para Walmart, la minorista más grande del mundo fundada por la familia Walton, una de las más ricas del planeta con una fortuna combinada de 267.000 millones de dólares según el último balance de Forbes. En ese mismo año las hermanas atesoraban 137 millones de dólares en sus cuentas bancarias.
En 2006 Mary-Kate y Ashley eligieron Nueva York como epicentro de su hasta ahora más que lucrativo negocio, The Row, bautizada en honor a la calle londinense Savile Row, conocida por sus sastrerías a medida, donde se viste Carlos III. Se trata de una marca de lujo gestada en la decisión de Ashley de buscar la camiseta blanca de algodón con el patronaje perfecto. En la actualidad, uno de esos diseños alcanza los 500 euros.
THE ROW
Las gemelas empezaron por diseñar una colección cápsula de siete prendas que incluía la camiseta blanca, un vestido de cachemir sin mangas y unos leggings de satén de algodón. Tal fue la expectación que Barney's New York la compró al completo. Poco a poco The Row fue posicionándose a nivel internacional, lo que motivó que se abrieran tiendas en Londres y París. Tal ha sido el impacto de The Row en la industria de la moda que algunas grandes familias que nunca dan puntada sin hilo decidieron adquirir parte del accionariado.
Según Bloomberg, en el otoño de 2004 la familia Wertheimer, propietaria de Chanel; Françoise Meyers, heredera de L'Oréal y Natalie Massenetla, fundadora de Net-a-Porter, adquirieron participaciones minoritarias. A raíz de esta operación, en la que Mary-Kate y Ashley siguen teniendo la mayoría de las acciones, The Row alcanzó un valor de 1.000 millones de dólares. Y no es para menos, ya que unas sandalias de piel para hombre alcanzan los 1.240 euros, una chaqueta de hombre de lana cuesta 4.590 euros, hay mochilas de piel por algo más de 5.000 euros y abrigos de cachemira de mujer de entre 7.000 y 11.000 euros.
Independientemente de la joya de la corona, las ex actrices también tienen otras marcas como Olsenboye, StyleMint y Elizabeth and James, en honor a su hermana pequeña (actriz) y a su hermano mayor, que escribe cómics y cortos de televisión y quien, sin duda, es el más anónimo de todos.
Justamente, Ashley y Mary-Kate quisieron alejarse de los focos en cuanto cumplieron dieciocho años. Casi nunca conceden entrevistas, pero Mary-Kate rompió esta regla con la revista Porter, de Net-a Porter: "Tengo un marido, dos hijastros y una vida; tengo que ir a casa y cocinar la cena. Monto a caballo los fines de semana. Encuentras lo que te ayuda a relajarte y, si no lo tienes, tienes que buscarlo". Después de tres años de relación se casó en 2015 con Olivier Sarkozy, hermano pequeño del ex presidente francés Nicolás Sarkozy. El matrimonio vivió en una mansión de Nueva York de 13,5 millones de dólares. Al inicio de la pandemia ella pidió un divorcio de emergencia, que no le fue concedido hasta 2021. Cada uno conservó su fortuna, Mary-Kate 250 millones de dólares y él 60 millones de dólares.
De Ashley se sabe que en el pasado salió con el quarterback Matt Kaplan, el actor Justin Bartha y el director Bennett Miller. Desde el año 2022 está casada con el artista Louis Eisner, con quien ha tenido un hijo, Otto, que tiene dos años .